viernes, 10 de octubre de 2014

A LA REJA, MATE PASTOR

Por supuesto que toda condena es apelable, lo cual es el derecho de todo procesado, pero mientras no sea cambiada, la prisión efectiva establecida ayer para el ex ministro aprista Aurelio Pastor constituye, por varias razones, un hecho histórico para la lucha sin fin contra la corrupción en el Perú. El ex ministro de Justicia recibió una condena de 56 meses de prisión efectiva, inhabilitación para ejercer cargo público durante tres años, y el pago de una reparación de S/. 100 mil al ser encontrado culpable por el delito de tráfico de influencias. Esto fue denunciado por la alcaldesa de Tocache, Corina de la Cruz, quien enfrentaba una revocatoria, ante lo cual Pastor, de acuerdo con la conclusión del juez Jorge Barreto, le ofreció sus servicios para usar sus influencias con el fin de obtener un beneficio económico. Sin embargo, según lo establecido por el nuevo Código Procesal Penal, la condena a Pastor se suspende hasta que sea ratificada por Sala Superior de Lima, la cual tiene un mes de plazo para ratificar el fallo. La sentencia a Pastor es histórica no solo por ser el primer funcionario aprista de alto nivel del segundo gobierno del presidente Alan García que es condenado, sino porque es la primera vez que un ministro de Estado iría a la cárcel por esa causa. Es, además, una sentencia particularmente oportuna en un momento como el actual, en el que se descubren, por aquí y por allá, la existencia de lobbies indebidos con el fin de facilitar decisiones del Estado a favor de intereses particulares. Pastor fue, además, el típico ministro bravucón al que se le subieron los humos con el cargo y que se comportaba con ese estilo que se corresponde con el dicho de ‘autoridad que no abusa, se desprestigia’. En este sentido, él no solo es el primer ex ministro condenado por tráfico de influencias, sino el único que tuvo que ser despedido del cargo por negarse a aceptarlo cuando lo ordenó el ex presidente García. Pero toda esa prepotencia de Pastor no tiene nada que ver con la condena que le acaban de fijar, sino, como señaló ayer el procurador anticorrupción Cristian Salas, con la solidez de las pruebas y testimonios. Y, paradojas de la vida, Pastor aún debe enfrentar, además, el proceso por los narcoindultos del período en el que era ministro de Justicia. Sentencias como estas ayudan a combatir la corrupción –una lacra antigua que perjudica profundamente el progreso y la calidad de vida de los peruanos más pobres– porque el factor que más incentiva a usar el Estado como chacra propia para el interés particular es la impunidad, y con estas condenas se le notifica a los truhanes que pululan por el sector público sobre lo que, eventualmente, podría pasarles. Augusto Álvarez Rodrich

martes, 23 de septiembre de 2014

LADRÓN EFICIENTE

Es penoso que la mitad de la ciudadanía de Lima no tenga problema en votar por alguien que considera que “robará pero hará más obra”.

Eso es lo que se ha vuelto a constatar en la encuesta divulgada anteayer por Datum, en donde confluye un par de resultados que deberían ser contradictorios pero que, lamentablemente, en el Perú no lo son.

Por un lado, que el candidato de Solidaridad Luis Castañeda tiene una intención de voto sólida y creciente de 57,7% y, por el otro, que el 49% de la misma población encuestada considera que él es, entre todos los postulantes al municipio de Lima, el que mejor corresponde al atributo penoso de “robará pero hará más obra”.

Los candidatos que también aparecen en ese tristemente célebre listado lo hacen con porcentajes tan bajos (Susana Villarán 5%, Salvador Heresi 3%, Enrique Cornejo 3%, y Nora Bonifaz 1%) que no deja dudas respecto del grave problema que Luis Castañeda tiene por delante.

Su problema es la percepción de un segmento relevante de la gente de que el próximo alcalde de Lima será, para decirlo de un modo que no es muy elegante pero sí claro y directo, un ladrón eficiente.

La percepción tan baja de la población sobre la honestidad de Castañeda se ve contrapesada con la imagen de chambero que también tiene: 57% cree que será más trabajador (le siguen, muy de lejos, Heresi con 14% y Villarán con 10%); 48% cree que trabajará para los pobres (seguido de Heresi con 10% y Villarán con 9%); y 49% que solucionará el problema del transporte.

Esta conclusión de la última encuesta de Datum es coincidente con la que esta misma encuestadora reveló la semana previa luego de preguntarle a la población de Lima si votaría por el que ‘roba, pero hace obra’, obteniendo la frustrante respuesta de que el 41% sí lo haría, mientras el 56% no votaría por alguien así, con el agravante de que es muy posible que entre este último segmento debe haber un grupo quizá no tan pequeño que sí lo haría pero que le da vergüenza reconocérselo al encuestador.

Ipsos acaba de encontrar otro resultado que va en la misma dirección: que el hecho de que un candidato no haya estado involucrado en casos de corrupción no es importante en la decisión electoral del ciudadano, salvo para el 22% de los entrevistados aunque con diferencias relevantes según niveles socioeconómicos: 48% en el A y 6% en el E.

Luis Castañeda va a ganar la elección, difícil dudarlo, pero también es cierto que arrancará su tercer mandato edil con una sobreexpectativa por lo que puede hacer, y una elevada desconfianza ciudadana por su honestidad. Se llevó fácil la elección pero su mandato no viene fácil.

Por Augusto Álvarez Rodrich