sábado, 31 de julio de 2010

UN LADRILLAZO COMO MASAJE A LA NACION por Augusto Álvarez Rodrich

El discurso pronunciado ayer (28 de julio) por el presidente Alan García podría ser calificado, en líneas generales, como un buen mensaje pero dicha afirmación debe ser sopesada con algunas precauciones que es necesario tener en cuenta en el análisis y que, en el fondo, implican una opción individual de cada persona que haga la evaluación.

La primera es que es indispensable tener en cuenta que este quinto mensaje de su actual administración gubernamental –y, para todo efecto práctico, el último con implicancia efectiva en la gestión pública pues el del próximo año será el de despedida y cuando toda la atención ya esté puesta en el sucesor– es el que corresponde a la fase final del gobierno.

En este sentido, no sería justo evaluar este mensaje desde la perspectiva de si fuera el del inicio de una Presidencia. Aun cuando, por momentos, el discurso de ayer del presidente García tuviera el tono de apertura, este mensaje es –no olvidarlo– el de salida y no hay razón para juzgarlo de un modo distinto. Es decir, ¿por qué tendría que cambiar de enfoque, en su último año, un jefe de estado que siente que le ha ido bien durante los cuatro anteriores?

La segunda precaución es que el mensaje de ayer de García es –como la mayoría había previsto– un ladrillazo con más cifras que conceptos, lo cual es una mala costumbre de todos los presidentes. Esto plantea el dilema de evaluar el mensaje por lo que abunda –números que deben ser examinados– o por lo que uno cree que le falta.

Tercero, está el factor credibilidad, es decir, si el evaluador del mensaje le cree o no al emisor. Por ejemplo, si usted le cree al presidente cuando señala que su gobierno no interferirá en el proceso electoral, algo que todos sospechan –hasta por las propias declaraciones de García– que no ha sido así.

Cuarta precaución: si a usted le incomoda que el presidente García exprese propuestas y enuncie políticas que se contradicen con lo que está haciendo o ha hecho hasta hace poco su gobierno. Por ejemplo, en los temas sobre corrupción.

Si dejamos de lado las cuatro precauciones antes señaladas, o nos hacemos de la vista gorda con ellas, se podría concluir que el mensaje de ayer del presidente García, el quinto y último efectivo de su actual administración, fue un ladrillazo para encajarle a la ciudadanía un montón de cifras que, en esencia, buscan darle un masaje a la nación para decirle que, para bien o para mal, nada relevante va a cambiar durante los doce meses que le quedan en el poder. Si a usted eso le parece bien o le parece mal, ya es otra cosa, pues la cosa es que no se le puede pedir peras al olmo.

Fuente: larepublica.pe

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