Vive y aprenderás dice el dicho. Vaya que es cierto. Pasan los años y uno ve cosas que no dejan encallecer el sentido de sorpresa. Pero nada superó lo de estos días, cuando me encontré siendo objeto de una cadena de solidaridad geisha que se extendió a velocidad de virus aunque fuera más falsa que un billete de trece soles.
¿Dónde empezó ese episodio estrafalario? En la columna de Aldo Mariátegui publicada en Correo del domingo 2 de mayo. Bajo el título de “Una advertencia vigente”, el director de Correo escribió: “Encuentro una columna escrita por Gustavo Gorriti años atrás en La República (.) donde éste formula advertencias que aún ahora deben ser oídas, a pesar de que en estos días Gustavo parece creer que se puede civilizar al Humala actual dentro de la socialdemocracia (.) Por razones de espacio, y por temas que ya no son actuales, reproduzco los extractos más impactantes”.
A continuación, Mariátegui, como bien dice, “reproduce” (porque una cita así de larga ya es asunto de copyright) un “extracto” de 599 palabras, con lo que, sin querer, terminé solucionándole el problema de cómo llenar la columna del domingo.
Pero, la larguísima cita de Mariátegui cumplió con señalar la fecha y lugar en el que mi artículo fue publicado: en el diario “La República”, hace cinco años, a comienzos de abril de 2006. Los saltos de texto están, además, correctamente marcados, de manera que la cita del argumento que empleé entonces, no deja de ser legítima dentro de los términos de un debate.
Pero desde ese día, el artículo se convirtió en favorito de militantes y propagandistas geishas. El pequeño detalle de que fue escrito hace cinco años, en las elecciones de 2006, fue solucionado en forma que le hubiera encantado a Fujimori: borraron la fecha y lo reprodujeron tal cual si hubiera sido escrito ayer.
Antes de espamearlo, los manejadores psicosociales fujimoristas juntaron a la bruta las partes del artículo que sintieron les convenía más y eliminaron todo lo que no les gustó, (como, por ejemplo, esta cita: “En 1990, 1991 y 1992 alerté, junto con otros pocos, sobre la presencia e influencia de Montesinos en el entorno inmediato de Fujimori. Este, por supuesto, mintió en todas las formas y maneras al respecto, y hubo una significativa cantidad de gente que decidió hacerse la tonta. Pero, en perspectiva, creo que no advertí sobre ese peligro con la suficiente energía y contundencia(.). Después perdimos años y mucho más, nos robaron cientos de millones de dólares, envilecieron el país, nos forzaron a luchar cuesta arriba para derrocarlos”).
FINALMENTE, lanzaron la nota como si fuera un flash noticioso. El “asunto” en los mails era: “Co-director del diario ‘La República’ renuncia porque este diario está con Humala”. Adentro, en tipografía desmesurada y coloreada titulaban: “Por qué salió Gustavo Gorriti del diario La República?[sic]. Montesinos estaría detrás de Humala”.
Arriba, con el típico epígrafe de desinformaciones charcherosas, se ponía: “Esta información me viene desde Suiza, léanla y luego saquen las conclusiones del caso”. Más arriba, un consejo de virus a virus: “Por favor, si lo vas a reenviar no te olvides de borrar mi dirección y enviarlo en CCO por la seguridad de todos. Gracias! [sic]”.
Así que, señoras y señores, sin cortarlo ni coserlo, me convertí de la tarde a la noche en el personaje más popular de las geishas sinvergüenzas y de las cacatúas sin cerebro. La cosa avanzó tan rápido como la gripe entre los yanomami y tras cada vuelta se iba poniendo más dramática. Ya solo faltaba que Cipriani exigiera el respeto a mis derechos humanos y que Rafael Rey reclamara mi reposición en La República.
De puro ridículo, el asunto resultó divertido. Yo ¡convertido en héroe de las geishas! Luego, cuando la viralidad se hizo epidémica y empezaron a llegar preguntas perplejas de la gente más inesperada, fue evidente que había que poner cada cosa en su sitio.
Entonces, aclaro:
El artículo, distribuido por las redes fujimoristas, es una versión insidiosamente editada de mi última columna “Las Palabras” publicada en La República bajo el título de “Despedida”, el domingo 2 de abril de 2006. (Quien desee leer el artículo completo puede hacerlo en:
http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20060402/pasadas/15/76...).
Fue escrito antes de la primera vuelta de las elecciones generales del 2006.
Y no salí de La República ayer, sino hace cinco años. Tampoco renuncié. Mi salida se produjo, tal cual escribí en ese artículo como resultado de una decisión “tomada en común acuerdo con la familia propietaria del diario”. Ni más ni menos. Así como no acepté, mientras fui codirector, ninguna interferencia en mis labores periodísticas, tuve siempre claro que mi cargo era de confianza y que cuando la familia Mohme decidiera terminar mi contrato, a mí no me correspondía siquiera preguntar el porqué sino acordar la fecha de mi salida. Así son y deben ser las reglas en el manejo responsable de un periódico.
Mi relación con la familia Mohme fue siempre cordial mientras estuve en el periódico y ha continuado siendo así después. Fui amigo de Gustavo Mohme Llona y conservo un respeto mutuo con sus herederos.
Es obvio que en 2006 tuve marcadas diferencias con varios miembros del Consejo Editorial del periódico sobre la candidatura de Ollanta Humala. Yo me opuse decididamente a ella. Por supuesto que ni se me ocurrió contaminar la cobertura informativa, pero me expresé con toda claridad en mi página semanal de opinión.
Luego, en la segunda vuelta de 2006, llamé a votar por Alan García. Se me destiemplan los dientes cuando lo recuerdo, pero sigo pensando hoy, cinco años después, que hice bien en oponerme a Humala el 2006 y en haber llamado a votar por García, aunque eso haya acrecentado el trabajo de mi dentista.
¿Pienso igual sobre Humala ahora? No.
¿Por qué? ¿Ha cambiado Ollanta Humala? Sí. Es más, he visto un proceso de cambio que se inició el 2007, si no antes. No es táctica electoral. Es un proceso largo, de alejamiento del llamado etno-cacerismo y del chavismo. El Humala que veo ahora delibera, ordena y actúa como un dirigente con valores democráticos.
¿Puedo estar equivocado? No es imposible. Los comandantes retirados no suelen, por regla transformarse en líderes de la democracia liberal. A la vez, nada impide que Humala rompa la tendencia.
¿Por qué creo que será así? Porque le conviene. Si va por el camino de Lula o el de Mujica, tendrá mucho éxito. Las condiciones financieras, económicas y sociales favorecen ese camino. En cambio, si decide imitar a Chávez o a Evo Morales, fracasará irremisiblemente, antes de mucho tiempo y con alto costo. Eso lo sabe él.
De otro lado ¿Ha cambiado Fujimori? ¡No! ¡El objetivo central de su campaña es recuperar la libertad y el poder! ¿Y recuerdan ustedes lo que hizo en el poder? ¿No? Se lo vamos a recordar, con toda precisión, este mes, aquí, en reporteros.pe y en otros sitios.
Si temen algo de Humala, multiplíquenlo por diez en el caso de Fujimori y quedarán cortos.
Así que, mientras espero un compromiso más rotundo de Humala con la Democracia, para terminar de decidir mi voto, alcanzo mi recomendación de esta semana de mayo de 2011.
Exíjanle a Ollanta Humala las garantías que despejen sus dudas. Háganlo, si les parece, que yo lo haré. Y si votan por él, vigilen luego; yo lo haré también.
Pero no olviden que el gran peligro ahora para la Patria es la resurrección del fujimorato, la amenaza de que el crimen organizado vuelva al poder y extienda el cáncer de la mentira, la violencia y la corrupción sobre nuestro país, como lo hizo hasta el año dos mil, cuando se derrocó su nefasto e infame poder.