Ollanta Humala tuvo una buena primera semana como presidente electo pues empezó a construir un respaldo que lo ayuda a contrarrestar el déficit de confianza que sufrió en la campaña, pero dicho apoyo sigue siendo frágil para establecer condiciones propicias para el inicio de un gobierno exitoso el próximo 28 de julio.
Las cosas no empezaron bien para el presidente electo. Desde el mismo domingo en que fue elegido aparecieron en la televisión los ‘guardianes del santo grial’ anunciando el colapso de la inversión privada y el estancamiento con actitudes histéricas y, al día siguiente, la bolsa sufrió su mayor caída histórica.
Entonces, aparecieron las demandas que le exigían a Humala que actuara como algo más que ‘virtual presidente electo’ y nombrara ministros de forma improvisada para calmar el susto de los inversores. Varios pedidos provenían de los mismos que habían participado en las candidaturas de sus rivales.
Humala no cedió a la presión y en varias entrevistas a la prensa extranjera –con menor capacidad de repregunta que la nacional– ratificó los mismos mensajes sobre los temas que producían susto, pero en su condición de presidente electo.
A continuación, partió a una gira que empezó en Brasil, como agradecimiento por el decisivo apoyo que tuvo durante la campaña y, también, como expresión de ratificación de que el esquema de ese país es el que pretende usar como modelo.
La movida fue exitosa. La bolsa rebotó en los tres días siguientes casi compensando el lunes negro y empezó a ganar respaldo por parte del mismo sector empresarial que pocos días antes lo veía como el anticristo y ahora le celebra hasta la insensatez de la línea de bandera. El apoyo también vino desde algunos medios que, luego de haber querido destrozar a Humala, ya empezaron el rápido acomodo al nuevo entorno.
A su vez, desde el exterior, varios gobiernos de la región lo han respaldado, mientras que el de Estados Unidos parece muy interesado en usar a Ollanta Humala como un ejemplo de que el camino en Latinoamérica es Lula y no Hugo Chávez.
Ahora bien, Humala debería ser consciente de que estas expresiones de respaldo incluyen una cierta dosis de lo que se llama ‘wishful thinking’ –una opinión basada en lo que se desea que ocurra– y de que siguen presentes los elementos para que la economía pueda enfriarse al inicio de su gobierno.
Su desafío es aprovechar las siete semanas que le quedan para llegar a Palacio de Gobierno para –mediante la formalización de políticas y el anuncio de nombramientos– consolidar el respaldo ganado, pero sin perder de vista que su mandato debe incluir la inclusión social y la lucha contra la corrupción, lo cual puede enemistarlo con algunos sectores que hoy se están convirtiendo a su fe.
Por Augusto Álvarez Rodrich
1 comentario:
El Peru para todos. Ollanta Presidente
Publicar un comentario