martes, 30 de agosto de 2011

CONSEJOS DE ALAN PARA OLLANTA

Las muertes en Puno y Huancavelica confirman una de las características más dramáticas del estilo de funcionamiento de este Gobierno: una soberbia indiferencia ante todo lo que no signifique réditos inmediatos para el Presidente. Si no se trata de inauguraciones, firmas de tratados de comercio, condecoraciones o algún otro tipo de celebración –incluidos velorios de personajes populares en donde AGP puede lucirse–, el mandatario no se desplaza y ni siquiera interviene, salvo cuando, como en este caso, ya es muy tarde para detener la tragedia. Y aun ahí declara que las piedras están dirigidas contra el Presidente electo.

Esto no significa, por supuesto, que él sea el único responsable de lo sucedido. Como de costumbre, después de un tiempo iremos comprendiendo la dinámica letal que se puso en marcha en estos movimientos, quiénes fueron sus principales actores y móviles, gracias a los análisis de especialistas que no están en el gobierno. Pero lo que sí es claro es que, para nuestro saliente mandatario, el tumulto y la agitación de provincias alejadas son un fastidio. Tanto afanarse para dejar una mejor imagen respecto de su régimen anterior, para que la terca realidad termine desnudando la atroz frivolidad de su nueva ideología: si no hay plata que llega sola, si no me aplauden, taño mi lira.

Las lecciones de Bagua no han servido para nada. ¡Cómo iban a servir si se han evadido las responsabilidades de los dirigentes gubernamentales! Ese es el problema del negacionismo: no se asimilan las experiencias para el futuro de la gobernabilidad y las tragedias se repiten. Nadie puede garantizar que esta conflictividad sea evitable. Las falencias y ausencias del Estado en el país son gravísimas y cada día más acuciantes. Precisamente por eso es tanto más terrible la inacción del Gobierno aprista.

Cierto, ya es muy tarde para García y compañía. Admitamos que fueron coherentes, hasta el final, en su desprecio por los problemas de quienes no poseen enormes capitales de inversión. Quien sí debería estar tomando notas afiebradas es Ollanta Humala. Sin proponérselo, Alan García le está dejando una hoja de ruta excelente, sin necesidad de Biblia ni testigos ante los que jure decir toda la verdad y nada más que la verdad. Es muy simple, señor presidente electo: en materia social, haga todo lo contrario que su predecesor.

Como usted está en buena forma física, recorra las zonas de los 227 conflictos identificados por la Defensoría y adelántese, haga prevención (tenga cuidado con los agasajos gastronómicos, mire cómo terminó el susodicho). Prepare equipos competentes para arbitrar los desencuentros entre mineras y comunidades. Ponga gente a trabajar en la Reforma del Estado. Derogue la demagógica limitación de salarios que despobló la administración pública de gente competente, y la pobló de incompetentes con carnet. Acuñe una teoría inclusiva para enterrar al perro del hortelano.

Escoja a los mejores para educación, salud, seguridad, medio ambiente… No se coma el cuento de que todo es economía: nada más falso. Ya sé, no soy más que un psicoanalista. Me he limitado a recomendarle un plan anti Alan. No tiene pierde.

Por Jorge Bruce

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